#11 – Un segundo plan

La habitación comienza a verse borrosa como cada vez que una aguja ingresa en mi cuerpo. Comúnmente, uno va preparado y esto a veces juega a favor y otras en contra. Pero en esta oportunidad no me lo esperaba. Me senté en el sillón de la dentista para unos arreglos menores y me sorprendió con un “Te voy a poner una anestesia”. Mientras siento el líquido ingresando, las formas a mi alrededor empiezan a confundirse, a fundirse. De fondo suena Chayanne cantando una canción que reza que “Somos como una fogata, quemamos la noche bailando bachata” y pienso que puede ser el fin. ¿Hay peor forma de morir que en el dentista escuchando a Chayanne?

Sobrevivo. La música no mejora. La dentista, sádicas si las hay, gusta de una radio que se ufana de pasar todos los audios que mandan los oyentes. Parece no haber filtro. O, peor aún, que eligen a propósito los que más se acercan a lo que ellos quieren decir pero no se animan. Supongo que responden a una consigna que no llegué a escuchar por intentar sobrevivir al ingreso del objeto invasor en mi cuerpo que me dejará débil el resto del día. Al parecer, el tópico a desmenuzar era sobre piqueteros y la parva de mensajes se despacha con violencia al respecto. Uno de los más sanos dice “Sabés lo que falta en este país: cultura del trabajo, yo trabajo de sol a sol…”, y no termino de escuchar su editorial por el sonido y el dolor del torno moldeando mis dientes. ¿Por esto estará tan enojada esta señora a la que le estoy consignando mis dientes? ¿Era mejor que siguiera sonando Chayanne? El mensaje cierra con un “Muy buena la radio” que me hace sentir aún más en las antípodas del señor y me trae a la memoria el “Hasta cuando” de Capusotto, una radiografía perfecta de estos formatos radiales.

Unos días más tarde paso por un bar ubicado enfrente del consultorio odontológico. Dos amigos charlan animadamente. “Se hace la zurda y va a comprar Iphone a Miami”, concluye uno de los dos en los pocos segundos que nuestros caminos se cruzan. Alguna vez hablé de Los Frases Hechas por acá, una especie que siempre me llama la atención. Los imagino tirando esa misma frase en miles de discusiones, con cara de intelectuales, pensando “Mirá como te sorprendo con esta observación sagaz que se me ocurrió”. La patria standupera que colmará los teatritos de la calle Corrientes en las noches sin plan, y el interlocutor, bondadoso, sobre todo cuando está en la misma sintonía, le devuelve una sonrisa. El público se renueva.

Estamos a días de las PASO y supongo que viene por ahí la discusión. Las mesas del país se parten en debates al respecto aunque nadie va a cambiar su voto por estas charlas pero nos gusta picantear, denostar al elegido por el otro, regodearnos en lo catastrófico de los futuros posibles. Sobrevuela la idea de que (casi) nadie en esta ocasión va a votar enamorado del candidato elegido. Encima, el jefe de Gobierno desdobló la elección, para que tenga más chances su aspirante a sucesor, convirtiendo en un posible infierno el acto electoral de los porteños. Siempre pensando en su beneficio, nunca en la gente.

Los tres presidenciables no despiertan pasiones. De un lado, una que quiere entrar al Banco Central para mostrar las reservas (y se excita proyectando una represión en el camino), y un reptiliano sin alma que domina la danza y el surf para las cámaras. Del otro, uno que su mayor logro es cambiar de bando y mover botellitas con la mente. Entre esos tres estará el próximo presidente de los argentinos. Un futuro desesperanzador y las perspectivas por venir, gane quien gane, no cambian demasiado. Ajuste, devaluación, desocupación y una reforma laboral que, claramente, estará en contra de los trabajadores (hay un par de frases hechas de los asalariados que se ponen del lado de los patrones, una especie inexplicable, que darían para un texto propio al respecto). 

No quiero preocupar a los oyentes de la radio pero esto traerá más piquetes y protestas. El morbo se vestirá de fiesta. Quizás sea el momento de cambiar de dentista.

“Rompiendo todo a mi alrededor, mirando como todo se termina, es tiempo de un segundo plan.” («Un segundo plan», de Él Mató Un Policía Motorizado)

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