#14 – Si este mundo sigue en pie, si nosotros tenemos arreglo

En el último tramo del año me costó demasiado sostener la atención en casi cualquier tarea, sobre todo en esto de escribir. Por lo que estuve leyendo en varios Newsletters, a varios le pasó lo mismo y en la mayoría se debió a la victoria de un presidente surgido de las entrañas de los discursos de odio, muchos que creíamos superados ya como especie que se precia de su evolución, y que se convirtió en la marioneta de los que perdieron las elecciones. Esto es Argentina y contradiciendo al Chiqui DejateDeJoderYHaceUnTorneoSerio Tapia, me gustaría, al menos cada tanto, tratar de entenderla.

Una semana antes de su acto en el Congreso (quizás por hacerlo de espalda al mismo todavía no sabe de su existencia) ante los militantes que celebraban el “No hay plata” que unos días después los iba a golpear, había ascendido (!Qué equipo de mierda es!) Riestra (creo recordar que esa frase está en el acta de creación del club), el último indicio de la debacle final. Así que en el torneo principal del país campeón del mundo, del mejor jugador de la historia, va a haber una camiseta con una lata de Speed. El futuro será de los Ceos o no será, parece. Mientras, Marquitos, ese que alguna vez tras dar un magro aumento que no fue bien recibido por sus empleados en su empresa líder de envíos respondió que para él, palabras más, palabras menos, el sueldo no era tan importante a la hora de trabajar, le dio el visto bueno al DNU criminal y vende patria que le escribió uno que no es parte del gobierno al flamante presidente (que cumple con ambas condiciones). Mi consejo para usted, si es un trabajador común y corriente, que depende del sueldo para subsistir y que tiene un poco de amor por la especie a la que pertenece y, de paso, por el país en el que habita (no como esos que encima no quieren ni vivir acá), de lo que diga Marquitos, corra lo más rápido que pueda para el otro lado.

Como había dicho unos textos atrás, intenté buscar refugio en la parte buena de la humanidad, sobre todo en el cine y la música. Según el resumen de Spotify, el disco que más escuché fue Súper Terror (ya desde el nombre me compró), de Él Mató. Tiene sentido. Es un discazo y que pega justo con la época. También vi una de las mejores películas del año, Infinity Pool (o Muerte Infinita. Está en HBO), que a medida que pasa el tiempo más me gusta. Es no apta para impresionables pero es un gran retrato de los tiempos que se vienen. Millonarios jugando sin ningún costo con un pueblo. Con dosis de terror, muerte y destrucción, por supuesto.

Para esta época, el año pasado el país era una fiesta con la movilización más grande de gente que trataba de saludar a su equipo y en la que todavía no importaban si caminábamos por la calle o por la vereda. Este año, una vez más, lo cerramos con protestas y cacerolazos. Ojalá que no haya que lamentar muertos ni desaparecidos, sobre todo con las ganas de pegar y perseguir que tiene la ministra de Seguridad que se envalentonó luego de abrazarse, con mucha alegría, con el que la llamó asesina, y el amor por aquellos años que tiene la vicepresidenta, pero es un buen indicio que la gente salga a protestar y demuestre que una mayoría no es todo ni da la potestad para hacer lo que quieren.

El sábado de la tormenta, sin embargo, los que fuimos al Campo de Polo, tuvimos un hiato de felicidad, un rato en el que pudimos dejar todo esto de lado. O exorcizarlo con una canción en los labios. El día había arrancado nublado y con un pronóstico hostil. Al mediodía cayó una breve lluvia que nos hizo temer una noche cruel (de alguna manera lo fue) pero después se abrió. No podía ser todo malo en el fin de año (también algunos festejamos la eliminación de Chaca en el reducido del Nacional, hay que decir todo. También, que cada vez nos conformamos con menos).

Cuando llegamos, el cielo estaba despejado, aunque ya las noticias de Bahía Blanca anunciaban lo que se vendría. Pero el universo sabía que debía darnos una. A pesar del calor, y que la lata de birra con el índice Milei (oferta y demanda, mi amigo) la cobraban 5000 p (sí, cinco mil), el show fue hermoso. Visual y musicalmente. Los refutadores de leyenda dirán que faltaron temas viejos pero se necesitaba una lista que cantaran todos; la unión antes que la sorpresa, una catarsis grupal. Y, antes de arrancar los bises, DargeDios, tantas veces menospreciado por sus formas, pronunció dos oraciones, por primera vez en la noche, para describir los tiempos que se vienen y la manera de sobrellevarlo: “Alguna noche como esta nos van a venir a buscar y vamos a haber salido de la trinchera. Porque lo que sigue es cuerpo a cuerpo”.

Por último, y para ir cerrando el año, gracias a todos los que leyeron, compartieron, se suscribieron y me hicieron algún comentario por los textos, los libros, el corto y demás. Con catorce textos nuevos publicados me considero bastante satisfecho y que cumplí con lo que había dicho al arrancar esto.

Cierro con una frase del reciente disco (genial, como siempre) del gran Robe, uno de los que mejor escribe rock en español (y, posiblemente, rock en general), que simplifica todo lo dicho acá pero mucho mejor.

“Sé que puede que mañana
Ya no nos quede nada
Y ya nada importe
Voy alzando la mirada
Y casi no se ve nada
Nada que importe

Tal vez
Si pudiera hablarte
De si fuera cierto
Que el poder del arte
Bien nos pudiera salvar
De una vida inerte
De una vida triste
De una mala muerte
Bien nos pudiera salvar”

(“El poder del arte”, de Robe Iniesta)

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